En el centro de Asia, un país que posee frontera con China, conexiones con Rusia por su pasado de República Soviética, con bases militares estadounidenses que dan apoyo a la cruzada imperialista sobre Afganistán, y con divisiones raciales entre norte y sur, durante esta y la anterior semana estuvo en el ojo de la tormenta.
“Kirguistán se encuentra al borde de una guerra civil que podría desembocar en un segundo Afganistán por la influencia que grupos terroristas poseen en la zona”, según palabras del presidente de la Federación de Rusia, Dimitriv Mendedev.
Círculo vicioso
Círculo vicioso
El descontento popular que desencadenó en las manifestaciones del 6 de abril tuvieron como argumento los aumentos desmedidos de las tarifas de los servicios públicos, sospechas de corrupción y el hastío de la población frente las políticas autoritarias de un gobierno que contó con el 89% de los votos al ganar las elecciones en 2005.
La nueva administración provisional es encabezada por la líder del espacio socialdemócrata, y ex funcionaria de Bakiyev, Rosa Otunbayeva.
Tanto el presidente saliente como la entrante formaron parte de la Revolución de los Tulipanes que, con espíritu pacífico, destituyó a Askar Akayev, ascendiendo a Bakiyev, quien a su vez había formado parte de aquel gobierno depuesto.
Intervención rusa y estadounidense
A pesar de encontrarse discutiendo sanciones para Irán y pactando políticas de no proliferación nuclear, los presidentes de Estados Unidos y Rusia actuaron en el conflicto en Kirguistán.
Por parte de Rusia, Medvedev envío dos compañías de paracaidistas a la base militar que posee cerca de la capital Bishkek, y el primer ministro, Vladimir Putin, recibió a Almazbek Atambayev (segundo del nuevo gobierno kirguis) para acordar ayuda económica para Kirguistán.
Estados Unidos envío al Secretario de Estado Adjunto, Robert Blake, para reunirse con la nueva mandataria, con el fin de brindarle apoyo al nuevo gobierno y salvaguardar sus intereses centrados bajo la base militar.
La mediación de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, de la cual Kasajistán se encuentra presidiendo fue fundamental para otorgarle las garantías que el mandatario depuesto exigía para rendirse y admitir el nuevo gobierno.
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