Por Andrea Amarillo
El espectro de las organizaciones políticas ultranacionalistas gana terreno por la vía democrática, ya sea con electorado propio, o solapadas en alianzas con partidos de corte conservador.
La derecha radical avanza y se consolida como opción política viable en un sector cada vez más amplio del mapa electoral europeo. La crisis económica, el temor al terrorismo, la inseguridad y el desempleo fortalecen a los grupos con discursos xenófobos, racistas o ultranacionalistas que adquieren un creciente protagonismo en la vida parlamentaria de diversos países del Viejo Continente.
El espectro de las organizaciones políticas ultranacionalistas gana terreno por la vía democrática, ya sea con electorado propio, o solapadas en alianzas con partidos de corte conservador.
La derecha radical avanza y se consolida como opción política viable en un sector cada vez más amplio del mapa electoral europeo. La crisis económica, el temor al terrorismo, la inseguridad y el desempleo fortalecen a los grupos con discursos xenófobos, racistas o ultranacionalistas que adquieren un creciente protagonismo en la vida parlamentaria de diversos países del Viejo Continente.
leyes migratorias impulsadas por ellos
Los números que hacen la fuerza
En la primera ronda electoral húngara del mes pasado, el partido de ultraderecha MSZP obtuvo un 19,3% de los votos. En la segunda ronda del próximo 25 de abril, la alianza de esta facción con el FIDESZ (nacionalismo más moderado) que ganó cómodamente con un 53,4%, les otorgaría la mayoría absoluta en el Parlamento y habilitaría una reforma Constitucional acorde a sus tendencias.
En Italia, pese a que la izquierda ganó ajustadamente las regionales, perdiendo el control de cinco distritos clave (entre ellos Roma), el gran vencedor fue Umberto Bossi, líder de la xenófoba Liga del Norte cuyo partido logró un 12,8%. El partido de Bossi, había sido un aliado incómodo en el frente de Silvio Berlusconi, sin embargo, después de este escrutinio donde triplicó el apoyo que tuvo cinco años atrás es visto con mejores ojos por el Il Cavaliere, quien intenta remontar su imagen tras la ola de escándalos que lo involucraron.
A través de los carteles puede verse que la Liga del Norte plantea una imagen de la inmigración como invasora, usurpadora de los derechos de los italianos y como un agente generador de delincuencia e inseguridad.
AFICHE 1: "¿Adiviná quién es el último? Por sus derechos: casa, trabajo y salud".
AFICHE 2: "Ellos padecieron la inmigración, y ahora viven en reservas." (se puede traducir “recluídos”).
AFICHE 3: "La Liga del hacer. Póker de Ases: - reforma del federalismo fiscal - freno a los clandestinos+seguridad - agricultura/defensa de nuestros productos- simplificación 21.000 ahorrados, recortadas 36.000 leyes"
AFICHE 2: "Ellos padecieron la inmigración, y ahora viven en reservas." (se puede traducir “recluídos”).
AFICHE 3: "La Liga del hacer. Póker de Ases: - reforma del federalismo fiscal - freno a los clandestinos+seguridad - agricultura/defensa de nuestros productos- simplificación 21.000 ahorrados, recortadas 36.000 leyes"
En las municipales de Francia la victoria fue para los socialistas. Sin embargo, la sorpresa fue el resurgimiento del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, cuya propuesta tuvo aceptación en un 12% de los sufragantes. Su discurso llama a la “defensa” de la identidad nacional “amenazada” por el “tsunami migratorio” y la integración francesa a la Unión Europea. En los afiches de campaña se leen consignas que bregan por una “Inmigración selectiva” o consideran a los franceses “víctimas de la mundialización”.
Por su parte, en los comicios distritales de marzo en Holanda, el Partido por la Libertad (PVV), que se dispone a “luchar contra la islamización de Holanda”, logró el segundo puesto nacional (con un 22% de votos) y se perfila para pelear los primeros puestos por las legislativas del próximo 9 de junio. El PVV tiene 9 escaños en el Parlamento, pero se proyecta que después de junio alcanzará los 24.
En épocas de crisis, como la que sufre hoy Europa, las sociedades tienden al conservadurismo y anticosmopolitismo, sin embargo, lo alarmante es el amplio consenso que lograron estas agrupaciones abiertamente xenófobas (algunas también racistas) cuyas bases tienen fuertes componentes antidemocráticos o de intolerancia.
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