jueves, 13 de mayo de 2010

Las ruinas que dejó la crisis griega

Por Andrea Amarillo
Las horas de angustiosa espera llegaron a su fin: el fondo de 750 mil millones de euros ideado en Bruselas para ayudar a los países en dificultades y proteger la moneda única de la zona euro evitó el colapso general. El gesto demorado, pero decidido de los ministros de Economía y Finanzas para evitar el default griego, despertó con euforia a los mercados, que desde hacía semanas sufrían mañanas turbulentas, para luego retornar a la calma.
A juzgar por las alzas iniciales históricas de hasta el 14,43 por ciento, el plan de blindaje pegó el volantazo justo a tiempo y con él evitó que se estrellaran también los países más débiles que sufrían riegos de contagiarse la crisis, como España y Portugal. Sin embargo, pese al inicial buen humor bursátil, la crisis de Grecia dejó un sabor amargo entre los principales ejes de la zona Euro y mucho temor entre sus eslabones poco sólidos.


La dubitación puso en duda el liderazgo alemán


Alemania, motor económico de la región, dudó demasiado, ya que el oportunismo electoral ralentizó los movimientos del canciller Angela Merkel. La población de este país no comprendía por qué debía pagar los platos que rompieron en la “fiesta” griega, que le costará 38 mil millones a Berlín. El descontento quedó en evidencia cuando el domingo pasado se acentuó la esperada derrota del oficialismo en las urnas del estado de Renania del Norte-Westfalia, referéndum del gobierno de la centro-derecha, que perdió la mayoría en la Cámara alta.



Lo que este periplo dejó en evidencia es que las condiciones de pertenencia a la región que pretendía Berlín, tales como los números respetados a rajatabla y para todos los países por igual, resultó inviable. Las mentiras en las cifras de crecimiento que sostuvo Grecia, los planes de ajuste brutales a los que debió (y deberá aún) someter a su población para recibir la ayuda internacional y poder afrontar los vencimientos de su deuda, hirieron el corazón del modelo que Alemania impuso para la administración de la Eurozona.

En este sentido, la propuesta francesa de sostener una integración más de carácter político, con mayores márgenes en lo económico, es el cambio que se perfila en el horizonte. La aprobación del plan de blindaje diseñado por el presidente francés Nicolás Sarkozy y el Primer Ministro italiano Silvio Berlusconi, les otorgó a estos mandatarios una victoria política ante los alemanes. De hecho, la desgastada imagen de ambos funcionarios se vio favorecida por su postura ante este revés de la región –en el transcurso de la semana pasada la popularidad de Sarkozy subió cinco puntos-.

Si bien en esta crisis toda Europa salió perdiendo económicamente, Carlos Quenan, profesor titular de Economía de la Sorbonne, en una entrevista para Internacionales sin fronteras, destacó que dejó un claro efecto positivo de resguardo de todos los estados-miembro que van a “poner las barbas en remojo” y comenzarán a implementar medidas drásticas para bajar sus déficits y evitar el efecto “contagio”, ya que muchos países de la región, incluyendo a Francia e Italia, tienen cuentas deficitarias.

Estas precauciones quedaron de manifiesto con la rápida reacción del presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, para presentar un plan antidéficit que recorta el gasto público con el objetivo de ahorrar 15 mil millones de euros extra para 2011 y que fue respaldado por el FMI y la UE. En él se establecen nueve medidas, entre las cuales se encuentra reducir en un 5 por ciento el salario de los empleados públicos y un 15 por ciento a los funcionarios de gobierno en 2010 y congelarlos en el 2011.

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