lunes, 21 de junio de 2010

Una riqueza que perjudica

          Oro, diamantes, coltán, petróleo, madera y peces, entre otras, conforman la variedad de la riqueza con que la naturaleza dotó a África, y lejos de ser un beneficio para la población, es explotada a favor de intereses locales e internacionales que incentivan a grupos mercenarios.

En este contexto se genera una rueda en detrimento de la población que hace girar a los fondos entre la explotación del suelo africano y el tráfico de las armas con las que se aniquila a los africanos, con la complicidad de las multinacionales europeas y los gobiernos corruptos.


Ejemplificando este circuito, según un informe que Global Witness presentó a las Naciones Unidas, asegura que compañías belgas importaban minerales directamente con grupos armados que controlan la región este del país, y que el dinero servía para financiar el gasto de armamento de los mercenarios. Además, el informe denuncia que la británica Amalgamated Metal Corporation (AMC) negocia la compra del mineral casiterita con líderes hutus, del Frente Democrático para la liberación de Ruanda, involucrados en el genocidio de 1994.

Entonces, la riqueza que genera la explotación del tesoro africano queda diluida en unos pocos jefes guerrilleros, presidentes corruptos que permiten estos negociados y corporaciones multinacionales que obligan a vender barato la materia prima para transformarlas en manufacturas en sus países industrializados. Mientras la mayoría de la población sufre los combates de las guerrillas por el poder en las zonas mineras y vive en condiciones infrahumanas.

Así es que habiendo 53 países en África, 34 de ellos figuran en la lista de los 48 países con peor nivel de vida, la expectativa al nacer viene decreciendo hasta llegar a la cifra de 46 años. Además, según un relevamiento de la ONU, en el continente se registraron el 70 por ciento de los casos de sida de todo el mundo, enfermedad que mata a más de 2 millones al año en la región. Lesotho, Botswana y Swazilandia presentan las dramáticas cifras de que un cuarto de su población está infectada.

También las Naciones Unidas informaron que durante los últimos 25 años la pobreza en África ha aumentando, principalmente en la zona subsahariana, en donde viven 700 millones de personas de las cuales 313 millones subsisten con menos de un dólar diario, y en donde casi la mitad de la población no dispone de agua potable.

Desde el Programa Alimentario Mundial de la ONU (PAM) se anunció que se ve obligada a disminuir la ayuda  en Ruanda, Uganda, Etiopia y Kenia, por la reducción de los aportes que Estados Unidos realizaba, y tuvo que suspender por la crisis de su sistema. Para enmendar esta cuestión, el presidente estadounidense Barack Obama prometió entregar 20 mil millones durante tres años para ayudar a África, cifra que significa aproximadamente un 2 por ciento de lo que se gastó en subsidios a bancos y aseguradoras norteamericanas por la crisis, según destacó en una proclama el Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM).

Por último, cabe destacar que los emigrantes alcanzan el número de 500 mil al año, y suman 17 millones los africanos que viven en otros países por huir de las condiciones de vida de su continente. Así es como al año se registran miles de muertos por querer llegar a Europa de forma ilegal y con métodos peligrosamente precarios.

“Sabemos que el horror barre y asola todos los días a nuestro planeta, pero África parece haberse convertido en su espacio preferido”, analiza – y concluye – el escritor portugués José Saramago, quien falleció la última semana, en un ensayo sobre el continente negro para El cuaderno de Saramago.

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